domingo, 17 de mayo de 2009

Reiki y otras formas de armonizacion

A lo largo de la historia se ha demostrado que es posible para una persona equilibrar la energía de otra. Entre la multitud de métodos que existen, hoy el más popular es el Reiki.
Esta popularidad se debe a que, al decir de la mayoría de los maestros, la gran virtud del Reiki es que supera los tres escollos que caracterizan a demás los métodos de apoyo o sanación por restauración energética.
Es decir, en casi todos los métodos tradicionales surgen varios problemas: el sanador es un “donante”, ya que cede o pierde energía y se debilita. Además, si no se mantiene entrenado y atento a su trabajo, corre el riesgo de absorber la energía enferma del paciente y puede llegar a ver dañada su salud. Y lo más complejo es que, si el sanador no tiene ciertos dones o cualidades naturales especiales, necesita años de ejercicios para poder realizar esta práctica.
Ante estas dificultades, se han ido desarrollando o “recibiendo” soluciones, y el Reiki parece encarnar como la gran alterativa, el camino fácil para sortear estos tres problemas: Por un lado, el reikista es solo un canal, con lo cual no cede su energía sino solamente su tiempo como canalizador. Esto es cierto, y es una de las grandes ventajas. También es cierto que todos podemos ser reikistas,y no necesitamos condiciones especiales para canalizar (más allá de que haya personas con mejores condiciones que otras en un momento dado de la vida, como en cualquier otra práctica humana, aunque concretamente el Reiki depende mucho de la práctica regular y la capacidad de brindarse al prójimo; no es tan “elitista” o exigente de condiciones innatas como otras cosas)
Pero lo que es preocupante es la inocencia con que suele enseñarse que, por ser unilateral el canal por donde pasa la energía, el reikista que quiere dedicarse a la sanación no necesita estar entrenado. El canal puede ser unilateral, pero si el sanador no se mantiene en un alto nivel vibratorio mediante la práctica cotidiana del autotratamiento, o se toma muy a la ligera la responsabilidad de su función, esta expuesto a un intercambio intenso con las energías de mas baja frecuencia de la persona que esta tratando.
Esto no debe generar miedo en absoluto, sino plena conciencia: si uno elige el camino de ser un sanador habitual, debe mantenerse como canal limpio y abierto, no en el sentido de ser una “caña hueca” sino de mantener una tasa vibratoria alta en forma constante y cotidiana (mediante la práctica del autoreiki, meditación, tai chi chi kung, pranayamas, etc) para que las energías de baja vibración sencillamente no puedan adherirse al campo energético del reikista.

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